Lo vimos nacer, sufrió su primer desengaño por nuestra culpa. Con nosotros dio sus primeros pasos en el porno y volvió a creer en el «amor». Ahora el cachorro se ha vuelto león y, aunque sea a escondidas de su leona, no deja pasar la ocasión de hincarle el diente a otra gatita en celo con ganas de probar la furia del rey de la sabana. Todo va bien, el Leotrón funciona mejor de lo esperado, pero alguien en la distancia se huele algo…