Dando una vuelta por el paseo marítimo de Sitges nos encontramos a un pibón descomunal. Una vez intimado con ella y viendo que hacía mucho viento nos resguardamos en nuestra casa donde dimos rienda suelta a nuestras fantasías más húmedas. Como le gustaba a ella que le diera unos cuantos azotes, eso si, ella los devolvía.